domingo, 27 de diciembre de 2015

Contener el pensamiento.







Era un aspirante espiritual con mucha motivación, pero tenía una mente muy dispersa. Tuvo noticias de un sobresaliente mentor y no dudó en desplazarse hasta donde vivía y decirle: 


--Respetado maestro, perdona que te moleste, pero mi gratitud sería enorme si pudieras proporcionarme un tema de meditación, puesto que tengo decidido retirarme al bosque durante unas semanas para meditar sin descanso. 

--Me complace tu decisión. Ve al bosque y estáte contigo mismo. Puedes meditar en todo aquello que quieras, excepto en monos. Trae lo que quieras a tu mente, pero no pienses en monos. 

El discípulo se sintió muy contento, diciendo: “!Qué fácil es el tema que me ha proporcionado el maestro!; sí, realmente sencillo”. Se retiró a un frondoso bosque y dispuso una cabaña para la meditación. Transcurrieron las semanas y el aspirante puso término al retiro. Regresó junto al mentor, y éste, nada más verlo, preguntó: 

--¿Qué tal te ha ido? 

Apesadumbrado, el aspirante repuso: 

--Ha sido agotador. Traté incansablemente de pensar en algo que no fuesen monos, pero los monos iban y venían por mi mente sin poderlo evitar. En realidad, llegó un momento en que sólo pensaba en monos. 



La mente es amiga y enemiga; 
es una mala dueña, 
pero una buena aliada. 
Por eso es necesario 
aprender a contener el pensamiento 
y poner la mente 
bajo el yugo de la voluntad. 




AFILAR EL HACHA





En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al días siguiente.

Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.

El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día.

El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.

Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó:

-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?

El joven respondió:

-Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Las tazas del café.




Un grupo de ex estudiantes, muy reconocidos en sus carreras y en el ámbito profesional, se reunió para visitar a su viejo profesor de la Universidad.
La conversación se centró en las quejas que estos hacían sobre el estrés en el trabajo y en la vida cotidiana.
Ofreciéndoles algo caliente de beber, el profesor fue a la cocina y regresó con café y una gran variedad de tazas; de porcelana, plástico, vidrio, cristal, comunes, caras, exquisitas... Les pidió que tomaran una taza y se sirvieran café caliente.

Cuando todos los estudiantes tenían su taza en mano, el profesor dijo: "Si se han fijado, todas las tazas bonitas y caras han sido tomadas, pero han dejado las más comunes y las más baratas. Aunque es normal que quieran sólo lo mejor para ustedes, ése es el origen de sus problemas y del estrés que padecen.

Lo que en realidad querían era café, no la taza, pero inconscientemente tomaron las mejores tazas y hasta las estuvieron comparando con las tazas de los demás.

Fíjense bien, prosiguió, la Vida es el café, pero sus trabajos, el dinero y la posición social son las tazas. Esas tazas deberían tan solo ser herramientas para contener la Vida, lo que hay dentro, la Vida, no será ni mejor, ni peor. La calidad de la Vida no cambia dependiendo de la taza.

A veces, al concentrarnos sólo en la taza, dejamos de disfrutar el café que hay en ella. Por lo tanto, no dejes que la taza te deslumbre, es mejor que aprendas a disfrutar del café.